La fase visual es el primer contacto que tenemos con el vino dentro de la cata. La información que obtenemos en esta fase nos permite intuir algunas de las características que luego encontraremos en nariz y boca.
Tené en cuenta que los colores cambian con el lugar y el momento del día. No es igual el color del vino a la mañana o a la tarde, dentro de una habitación donde entra luz difusa o afuera con luz directa. Por ello, para apreciar bien el aspecto del vino, se recomienda emplear las copas adecuadas y buena iluminación. Además, utilizar un fondo de color blanco permite apreciar mejor los colores del vino.
Con el tiempo, gracias a la práctica continua hecha de descorches y atención, podrás apreciar con mayor exactitud las diferencias visuales que existen entre los vinos.
Empecemos con el análisis visual:
Primero, mirá directamente la copa (vista de ángulo recto). Luego incliná tu copa de forma horizontal (ángulo de 45°). De este modo podés apreciar la gama completa de colores del vino en la superficie. En el centro de la copa se encuentra la zona más intensa de color.

Durante la fase visual se analiza: color, limpidez, lágrimas (viscosidad) y, en vinos espumosos, la efervescencia.
➊ Color.
Para describir el color de un vino, se hace referencia comúnmente al color de algún elemento de la naturaleza o de la cotidianidad, por ejemplo: rojo teja.
El color de los vinos blancos está compuesto por el verde, el amarillo y el pardo, cada uno con diferente intensidad y en todas sus combinaciones.
En los vinos tintos el color está dado por la superposición del rojo, el azul y el pardo. Cuando los tintos envejecen aparecen los rojos y pardos, y desaparecen los violetas.
Dentro del color hay dos variables a tener en cuenta: el matiz y la intensidad o cantidad de color que tenga un vino.
Además, el análisis visual del vino permite conocer su edad aproximada, ya que la oxidación hace que los tintos pierdan color y pasen de tonos rojos muy vivos o incluso colores violáceos a tonalidades más anaranjadas y amarronadas que se aprecian claramente en el ribete.
El color del vino depende de varios factores:
- variedad de uva
- estado de maduración de la vendimia
- proceso de elaboración (por ejemplo: la maceración de los hollejos, es decir la piel de la uva, a más maceración, más color se extrae),
- crianza (tipo, entorno y tiempo de crianza)
- estado evolutivo (el efecto del paso del tiempo en el vino tras su embotellado).
Matiz o descripción del tipo de color.
Una regla básica, que se aplica a todos los vinos, es que su color tiende a cambiar con el paso del tiempo, es decir, los vinos blancos se oscurecen y los tintos se aclaran.
Edad y evolución del vino no tienen que coincidir necesariamente. Porque un vino tenga más edad no significa que su aspecto parezca más viejo, necesariamente. Pero es más común que esto suceda.
Dependiendo del tipo de vino, el color te permite inferir notas sobre su evolución.
En vinos tintos, los matices teja o marrones son signos de envejecimiento o evolución.
Los vinos blancos a medida que envejecen tienden a los pardos.
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Intensidad o cantidad de color.
Un truco sencillo para averiguar la intensidad que tiene el vino, y por lo tanto la capa, sería colocar un papel escrito por debajo de la copa.
Si la capa es alta no podremos leer el texto a través de la copa, si la capa es media podemos entrever el texto y por último, la capa será baja cuando veamos perfectamente lo que está escrito en la hoja. Esta característica está directamente vinculada con la intensidad cromática del vino analizado.
La intensidad se relaciona con el contenido de polifenoles que tiene un vino. Los polifenoles son componentes que tienen su origen en la uva y le aportan al vino color, sabor, aroma y sensaciones táctiles.
Colores potentes, profundos y concentrados, por lo general, nos van a indicar vinos más recios, más aromáticos y carnosos. Colores débiles y abiertos nos darán vinos más ligeros y delicados.
En el caso de los vinos blancos, la capacidad de ver a través del vino no se pierde totalmente como en el caso de los tintos de capa alta.
En los blancos, los vinos de capa baja serán prácticamente transparentes, y en algunos casos casi incoloros. Estos vinos suelen tener poco cuerpo, presentan un nivel notable de acidez y tienen tonalidades claras. Los vinos de capa alta, por el contrario, serán los que presenten un mayor grado de opacidad. Lo cual es, en la mayoría de los casos, sinónimo de mayor cuerpo y estructura.
➋ Limpidez.
Un vino es límpido si no hay partículas en suspensión. Podemos encontrar vinos: brillantes, mates, limpios, turbios (partículas en suspensión que flotan en el vino), velados (partículas en suspensión crean una película densa).
Escala de limpidez:
brillante < claro < velado < nublado < turbio
La limpidez, la transparencia y el brillo son cualidades más propias de los vinos blancos, rosados y espumosos, ya que en los tintos la limpidez no tiene por qué estar asociada a la transparencia.
La turbidez, salvo que el vino especialmente sea turbio, suele ser un defecto de elaboración.
Si el vino refleja la luz es vivo y brillante, es una buena señal. Significa que no tiene defectos. Esta característica es fundamental cuando hablamos de blancos y rosados.
En el caso de los vinos tintos, si el líquido es mate, indicará que no ha sido bien clarificado (esto es, que el mosto no ha sido bien separado de las materias en suspensión en las primeras fases de la elaboración).
Presencia de depósitos.
Cuando hay depósitos o precipitados en el vino tinto significa que el vino ha evolucionado o que el vino no ha sido filtrado. Se encuentran comúnmente en el fondo de la botella o en el cristal.
La fase visual también nos sirve para encontrar defectos en el vino, aunque encontrar un vino que no sea transparente y brillante es muy raro porque la tecnología y el cuidado en las bodegas suele ser óptimo.

Encontrar un precipitado en la copa después de servir vino o en el fondo de la botella no se considera un defecto del vino. Es un fenómeno natural que se produce al precipitar sustancias como los polifenoles.
➌ Lágrimas.
Las lágrimas o piernas es el vino que cae con mayor lentitud por los lados del vidrio. Es la viscosidad o untuosidad que deja el vino al agitar la copa con un movimiento circular, dejando huellas por todo la copa que pueden ser más o menos grasas y tener más o menos color, dependiendo del tipo de vino y de su edad.
Las lágrimas son las de gotitas en las paredes del vidrio que vemos en las fotos.

Los vinos de lágrimas marcadas pueden llegar a tener mayor contenido de alcohol y glicerina. Además, esto puede indicar que son vinos más maduros, con más cuerpo y más densos que un vino de lágrimas menos marcadas.
Esta presencia de lágrimas está relacionada con la concentración de alcohol y azúcar del vino.
La segunda fase de la degustación es la FASE OLFATIVA.