Guía: ¿CÓMO ELEGIR EL VINO EN UN RESTAURANTE?

¿Te abruma/aburre/confunde cuando tenés que leer la carta de vinos en un restaurante? ¿Estará bien el vino recomendado o de la casa? ¿Todos en la mesa han pedido platos distintos y no tenés idea que vino elegir? En este post te doy algunos consejos sencillos para simplificar el momento de elección.

Conozco a varias personas que sufren a la hora de hacer una elección, es por ello que en los restaurantes pueden tardar bastante en pedir lo que van a comer y, a veces, prefieren delegar la elección en otras personas. Si a elegir qué comer le sumás la selección del vino, podés verlos sufrir en silencio. Puede que esta situación te haya sucedido, todos hemos pasado alguna vez momentos de tensión frente al menú y a la carta de vinos.

Yo soy del otro extremo, a la hora de elegir soy muy impulsiva y tampoco presto mucha atención a todas las opciones. No puedo tomar mucho tiempo porque me impacienta. Con lo cual, en varias ocasiones, he perdido la oportunidad de probar platos y vinos mejores y más oportunos que los que elegí por ser impaciente.

De a poco, he tenido que dominar mi impulso de pedir algo rápido y tomarme el tiempo (sin exagerar) para hacer una elección con la cual, además de sentirme conforme, puedo saber que ha sido una de las mejores que podía tomar en ese momento y lugar. Algo que sé que les preocupa a las personas que dudan mucho, sufren pensando como hacer la mejor elección posible.

En esta guía quiero compartir con vos algunos consejos que empleo para elegir el vino en los restaurantes. Espero que te sirvan. Vas a ver que elegir un vino es un proceso más sencillo de lo que parece.

Evento importante = logística previa.

En el caso de tener un evento importante no podemos dejar las cosas a la suerte, a la improvisación del momento, hay que tener un plan.

¿En que restaurante será la cita? Es ideal consultar antes el menú y la carta de vinos para tener una idea precisa de las opciones que tendrás.

Hoy en día, muchos restaurantes ponen su menú y carta de vinos en línea. Consultá la página web del restaurante para tener una idea de los vinos y platos que se ofrecen. Con esto podrás hacer una selección de dos o tres vinos que te interesen. Si el menú está disponible en línea, pero falta la carta de vinos, podés igual pensar en las mejores combinaciones posibles para a hacer con ese menú. Tener una idea del color del vino y la región de producción o varietales para asociarlo con un plato es un buen comienzo. Claro que es una idea general.

Muchos restaurantes cuentan con una persona especializada en el servicio de vinos, el sommelier (o tal vez por tus pagos lo llamen sumiller) es quien conoce las botellas que se ofrecen en el restaurante.

¿Qué tiene de positivo toda esta logística previa? El día del evento solo tendrás que elegir o pedirle al sommelier o al camarero su opinión entre los vinos preseleccionados.

Si no encontrás información en línea o si lo preferís, podés pasar por el restaurante unos días antes y ver el menú y carta de vinos. Echá un vistazo para tener una idea de los vinos y platos del lugar. Tomate una copa en el restaurante, fuera de las horas pico, para pedir consejo y conocer los vinos que se ofrecen. Si tenés suerte podrás hablar con el sommelier, quien es la persona indicada para guiarte.

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Escuchá al sommelier.

Al pan, pan y al vino, vino. Escuchar los consejos del sommelier es la más simple, y en muchos casos, sensata de las opciones.

Al sommelier podés comentarle tus gustos, el precio aproximado que tenés pensado pagar por el vino y con que comida lo acompañarás. A partir de esta información sabrá recomendarte un buen vino.

Verás que es positivo consultarle porque es quien conoce perfectamente la oferta de vinos del restaurante y, además, sabe cual vino es la mejor opción para acompañar cada plato del menú. Incluso, recibir su consejo puede hacer que descubras un vino interesante que no conocías.

Es el sommelier quien escucha y asesora a los comensales en la mejor selección de vinos según sus gustos y platos solicitados, pero no todos los restaurantes cuentan con un sommelier. En este caso, los camareros pueden ser quienes han de ayudarte. Los camareros usualmente conocen los platos y las mejores combinaciones con los vinos que el restaurante ofrece.

¿Cómo pedir consejo? Explica el tipo de vino que te gusta, lo que planeas gastar en el vino y el plato que deseás comer.

Lo admito, hay momentos y momentos. En algunas ocasiones pedir vino en un restaurante puede ser un poco intimidante, por ejemplo si estás en una cita de trabajo o cuando te rodean personas a las que querés impresionar. Tal vez querés parecer más «profesional» y querés decir las palabras correctas.

Pues, en ese caso, primero asegúrate de que todos los invitados hayan elegido su plato principal e informate de sus elecciones, luego podés decir «la lista de vinos es interesante, le pediré consejo al sommelier» y cuando este venga a la mesa preguntale «Por favor, para acompañar tales y cuales platos ¿qué nos aconseja?».

¿Qué sucede si te aconseja un vino que claramente no corresponde a un «presupuesto razonable»? Para asegurarte que eso no suceda, podés indicarle al sommelier lo que pensás gastar de una forma sutil. Mostrá discretamente un vino de la carta que se encuentra en tu presupuesto y decile «Me gustaría un vino similar a este». Para dejar en claro que estás hablando del precio más que del tipo de vino, indicá el precio en la carta. Si no está distraído, el sommelier entenderá, permanecerá discreto y te sugerirá vinos en la misma categoría de precios y que mariden bien con los platos pedidos.

Existe otra fuente de información que puede ayudarte en tu elección, pedirle a las personas que te acompañan en la mesa su opinión. Aunque hay situaciones y situaciones, y tal vez no siempre te vas a sentir en confianza, podés hacer esa pregunta de la forma más natural posible: «Pepito/Juanita ¿qué tomarías con tal o cual plato?». Verás, la elección de vinos puede llegar a ser un buen tema para romper el hielo y, además, las personas que te acompañen valorarán que quieras conocer su opinión (a nadie le gusta que le impongan nada, llegar a un consenso del vino o los vinos deseados entre todos los comensales es lo ideal).

Entonces, consultás con el sommelier o camarero y/o con el resto de los comensales de la mesa y listo. Se terminó el asunto.

➡️ Ahora, como si esto fuera un libro de elige tu propia aventura, podés ir hasta el título «Finalmente, a degustar el vino» y leer que hacer una vez que llega la botella a la mesa y el sommelier sirve un poco en tu copa para que lo pruebes y verifiques si está en correcto estado. Pero, si querés saber que hacer si te gustaría basar tu elección a partir de la carta de vinos, entonces continuá tu lectura sin saltearte la siguiente parte.

Tenés la carta de vinos entre tus manos.

En algunos restaurantes no le dan la importancia que se merece a la carta de vinos. Aún así, la carta de vinos es un parámetro de peso que muchos comensales usan para juzgar la calidad de un restaurante. Una buena propuesta gastronómica requiere de una selección de vinos rica e interesante.

Leé la carta de vinos tranquilamente, tomate tu tiempo. No hagas la elección del vino a la ligera. Con naturalidad, cuando te pregunte el camarero o sommelier si has elegido el vino, podés responder con algo de firmeza y con una sonrisa: «Lo llamaré pronto».

Como regla general, la clasificación más común de las cartas de vinos es por color: tintos, blancos, rosados y espumosos; en orden ascendente de precios. Otro tipo de clasificación, un poco más completa, es cuando distribuyen los vinos por regiones o incluso subregiones. También pueden estar ordenadas por bodegas o por cepajes y algunas tienen información adicional como añadas, origen o región de procedencia. Hay algunas cartas más completas en donde se ofrecen vinos de postre.

Vamos a pensar en el mejor de los casos, en donde la carta de vinos ha sido creada con lógica y respeto hacia los clientes y los productores. En ese caso, al abrir la carta de vinos vas a encontrar una selección interesante, con vinos de distintas regiones y añadas jóvenes y viejas. Una carta precisa y variada en estilo y origen de los vinos. Seguramente, la selección de vinos y platos estará en total armonía. Además, el precio será coherente. Cartas así invitan a los clientes a pasar un buen momento, a divertirse, a probar vinos nuevos.

Bueno, profundicemos un poco más en lo que podés llegar a encontrar en una carta de vinos.

Una carta de vinos puede incluir: el color (blanco, tinto, rosado), la denominación y/o varietal/es, el nombre del dominio, finca, enólogo o marca, lugar de origen, el año de cosecha, el volumen (capacidad de la botella) y el precio. En algunas cartas se llega a presentar una breve descripción del estilo del vino. En la mayoría de los casos, se descuidan algunos datos, por ejemplo el año de cosecha así se evita cambiar los menús regularmente.

Una lista de vinos debe ser lo más legible posible, de modo que la lectura sea simplificada y muy cómoda. El orden debe ser coherente. A menudo encontramos cartas de vino ilegibles, con clasificaciones extravagantes e incluso comentarios de degustaciones que ocultan referencias, que escriben demasiado dejando lo esencial oculto. Una carta de vinos debe ser clara, ordenada, fácil de entender; pero esto no es así siempre.

Al recibir la carta podés preguntar si está al día o si le faltan algunos de los vinos que allí figuran (esto te lo digo para que ahorres tiempo, es una decepción cuando hacés tu elección y te dicen que ese vino está en falta). Si te responde que no está actualizada entonces preguntá si puede aclararte cuales faltan. Esos vinos que no hay son los primeros que, por razones obvias, has de descartar en tu elección.

Ahora es momento de seguir descartando. Dejá fuera a los vinos que no serían buena opción para ese momento. De este modo, tu elección tendrá menor número de opciones y será más fácil y certera. Para este fin tené en cuenta los siguientes temas:

Eligí un vino que hayas probado antes y que te haya gustado.

Verás, esta recomendación es muy importante sobretodo si el precio del vino es alto.

Claro está, no te olvides de informarte sobre lo que van a comer todos los comensales y evaluá si tu elección irá con los platos seleccionados.

Para esta evaluación te recomiendo que leas la entrada: ¿QUÉ ES EL MARIDAJE DE VINOS?

Si has elegido una entrada de menú / plato principal / postre, tendrás que usar como referencia al plato principal para armar el maridaje (a menos que deseas un vino distinto para cada una de las comidas).

Usá tu memoria para recordar un maridaje exitoso con el plato principal que elegiste o con las características del mismo: sabores, grasas, carnes blancas o rojas, pescado, verduras, dulzor. Si sos de probar distintos vinos tal vez conozcas varias botellas que son una elección segura. Por ello, toda esta información que te den los platos puede ayudarte a eliminar vinos inadecuados y terminar con una pequeña selección de posibilidades.

Elegí tu rango de precios.

En algunos restaurantes, el precio del vino es demasiado alto. Lo cual, lamentablemente, no invita a consumir vino.

Pero si no tenés mucha idea del precio del vino y no sabés si lo que figura es caro o no te tengo la regla del equilibrio.

Una carta de vinos tiene coherencia arancelaria cuando el precio del vino es el precio del menú en promedio.

Te doy un ejemplo, un restaurante que ofrece menú a 30 €, el precio medio de una botella de vino se encontrará entre 20 y 45 euros. Se suele elegir un vino cuyo precio sea cercano al precio de los platos que hemos pedido.

Si el presupuesto es bajo la elección es más acotada pero aún así podés inclinarte en probar un vino nuevo o ir a lo seguro y elegir un vino que ya conocés y te gusta. Además, si ya has probado dicho vino es más fácil saber si ha de maridar o no con los platos elegidos.

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Tené en cuenta la relación calidad-precio.

Los precios van a depender de el restaurante donde estés, del país, y es más, de la región o provincia donde te encuentres. Tené en cuenta que las bebidas les permiten a los restaurantes obtener importantes márgenes, por lo que los precios del vino suelen ser bastante altos si se compara a su precio en el mercado. Por lo tanto, es importante hacer la elección correcta de calidad / precio.

Un vino más caro no significa necesariamente un vino de mejor calidad. El precio de un vino depende en particular de la reputación del enólogo y/o bodega, la Denominación de Origen, la calidad de la cosecha, del origen del vino y la presión tributaria que existe para tal mercado, entre otros factores.

El caso del vino de la casa:

En Argentina, muchos restaurantes sirven este tipo de vino en jarra de metal o pingüino de cerámica. Tené en cuenta que la calidad de estos vinos varía mucho de lugar en lugar.

El vino de la casa debería ser un vino de calidad, recomendado y accesible pero en muchos restaurantes sólo son vinos económicos sin grandes atributos y, en algunos casos, de mala calidad.

Originalmente en Europa era literalmente el vino producido por el propio restaurante o en las inmediaciones.

Aunque sean vinos tentadores, porque llegan a tu mesa por un menor precio, no son la mejor opción si querés causar una buena impresión frente al resto de comensales. Pero si la ocasión te lo permite, podés probar el vino de la casa, yo me he sorprendido gratamente en algunos restaurantes y bodegones tomando buenos vinos servidos en pingüinos.

No te dejes engañar por la creencia que estos vinos al ser más baratos deben ser menos cualitativamente. Si el restaurante ofrece una lista de carta de vinos de calidad, la jarra del vino también será de calidad, aunque más simple.

Si en la carta de vinos no hay detalles sobre el vino de la casa, preguntale al sommelier o camarero sobre su origen, su cosecha, su nombre. Además, podés preguntarle si es un vino acordes a los platos que han pedido. Incluso podrías pedir echarle un vistazo a la botella.

Un buen restaurante es aquel en donde se cuida la calidad de lo que se sirve, por ello la presencia de un buen vino de la casa es una forma de identificar un buen restaurante.

En teoría, el vino de la casa es un vino de excelente relación calidad-precio.
Generalmente, es simple pero bien logrado, con atributos suficientes para maridar muy bien con los platos propios del lugar geográfico. Es definitiva, en un buen restaurante es una pequeña joya que se ofrece al cliente buscando que no afecte su bolsillo.

➜ Tené en cuenta las añadas.

Lo mejor es que todos los vinos lleven la añada escrita en la carta. En el caso de los blancos, rosados y tintos jóvenes, lo ideal es que sean del año o a lo sumo del anterior. Si no es así, rechaza la botella, puede que el vino no se encuentre en su mejor momento, ya que deben ser jóvenes y de gran frescura. En el caso de los tintos de precio medio con que tengan uno o dos años más está bien. Mientras que los tintos más añejos

que hay que saber mucho sobre el vino para pagarlo con gusto y disfrutar la complejidad de sabores que el tiempo le dio.

Pensá en el maridaje.

Anteriormente, te recomendé hacer el maridaje con el plato principal pero es totalmente posible que elijas un vino por plato. Podrás divertirte haciendo distintas combinaciones de comida y vino, eso si: hay que beber con responsabilidad, para una comida sea exitosa es necesario no caer en los excesos.

Si vas a beber distintos vinos debés respetar el orden lógico a la hora de servirlos: vinos espumosos, blancos, rosados, tintos jóvenes, tintos crianzas, licorosos y/o cosechas tardías. Nunca deberíamos servir vinos de mayor cuerpo antes que otros más ligeros.

Recordá: de lo más seco a lo más dulce, de lo más liviano a lo más tánico y de lo más simple a lo más complejo.

Por ejemplo, comenzá con un vino blanco seco, luego un vino tinto claro y / o un vino más tánico. Al final de la comida un vino dulce como un cosecha tardía.

Dependiendo de restaurante, pero teniendo en cuenta que has de pedir distintas botellas de vinos con características muy particulares, sería bueno que pidieses que te cambien la copa entre vinos.

Volvamos al maridaje…

Ya lo habrás leído o escuchado, la máxima que dice que las carnes rojas van con vinos tintos y el pescado con blancos no tiene por que ser obedecida. Los vinos pueden permitir una gran variabilidad de combinaciones, es sólo cuestión de experimentar. El maridaje no es una ciencia exacta porque un plato puede maridar con cientos de vinos, así como un vino puede combinar muy bien con cientos de platos. Además, todo depende de los hábitos de consumo de los comensales.

Bueno, tal vez esto te suene un poco a Tinder porque hay que hacer match entre platos y vinos pero no te preocupes que no es algo complicado. Para ayudarte a armar las parejas con mayor facilidad podés leer De maridajes y divorcios, allí encontrarás una lista interesante de posibles combinaciones.

No te obsesiones con el maridaje: céntrate en disfrutar del vino, la comida y la compañía. No le temas al vino, disfrutalo.

La clave del maridaje es equilibrar los pesos de los vinos con los de los platos que compondrán nuestro menú. De forma general podés elegir entre dos maneras de llevar a cabo el maridaje: asociación o contraste entre las características de los vinos y los platos.

En el primero de los casos, intentaremos que los platos y el vino se complementen. Para ello, debemos prestar atención a las sensaciones que nos producen los vinos y alimentos. Podemos asociar por color, por temperatura, por textura, por sabores y aromas similares. Podríamos pensar en el caso de un alimento suave que intensifica el sabor de un vino suave y viceversa.

Por ejemplo, maridar un vino dulce con tartas de frutas sería un agradable maridaje de complementación; en cambio, acompañar una comida muy picante con un vino tinto con gran contenido en alcohol pese a ser complementarios sería un error. En este caso, tanto el plato como el vino producen una sensación de calor que puede llegar a ser molesta para los comensales.

En el segundo caso, el del contraste, haremos justamente lo contrario, buscar el equilibrio entre el plato y el vino a través de las sensaciones opuestas que nos ofrecen.

Por ejemplo, una comida picante marida con un blanco seco, que proporciona una mayor sensación de frescor. Otro ejemplo, puede ser el de servir quesos muy fuertes y salados con un vino dulce, para suavizar el potente sabor del queso.

Te aconsejo que si has elegido un restaurante en donde sirven comida de un país en particular, por ejemplo comida italiana o francesa, y allí se ofrecen vinos de dicho país, aprovechá la posibilidad y elegilo. O si estás de viaje y la carta tiene una interesante selección de vinos locales inclinete por estos en tu elección.

Analizá la cantidad aproximada que van a consumir.

Si son varios comensales sentados a la mesa y creen que van a tomar varias botellas de vino, pueden probar varios vinos diferente para maridar con, por ejemplo, la entrada, otro para el plato principal y otro para el postre. Si por el contrario consideran que sólo van a pedir una botella, la elección vendrá definida por el plato principal del menú.

De una botella salen 5 o 6 copas. Tené en cuenta no pedir otra botella hasta comprobar que sea necesario.

Vino por copa.

En algunos restaurantes, es posible pedir el vino por copas si no queremos una botella entera. En este caso, también podemos disfrutar de varios vinos diferentes que combinen con cada uno de nuestros platos. De hecho, es una buena solución si quiere consumir poco vino o si el resto de los comensales no tienen los mismos deseos.

Si hay una buena selección de vinos por copa lo ideal es acompañar cada plato con una etiqueta diferente, así se pueden probar varios vinos: uno con la entrada, otro con el plato principal y otro con el postre. Lo mejor es empezar con un blanco o rosado, seguir por un tinto liviano o de crianza y terminar con un cosecha tardía, espumante o bebida espirituosa.

También, el vino por copa da la posibilidad de elegir por varietal, región o estilos de vinos para cada tipo de plato.

Sin embargo, puede que no sea conveniente porque las copas de vino siguen siendo demasiado caras en comparación con el precio de la botella ofrecida en las cartas de vinos. Muy a menudo nos encontramos con precios que no tienen sentido. Es común ver que el precio de una copa de vino corresponde al precio de la botella.

Tené en cuenta tomar la precaución de preguntar cuándo se abrió la botella. Hoy, ayer o antes de ayer son respuestas aceptables. Más allá del «antes de ayer» puede haber una marcada pérdida de calidad del vino y es mejor rechazarlo. En el caso de los espumosos hoy es la única respuesta aceptable (mejor aún si es «hace unos minutos»), porque pierden sus burbujas en unas pocas horas. Rechazá una copa de una botella de espumoso abierto el día anterior.

Botella pequeña.

Para los que no quieren pedir una botella de vino entera porque es mucho, algunas bodegas ofrecen en formato pequeño (187, 375 o 500ml) la misma gran experiencia que al abrir la clásica botella de 750ml y cada vez más restaurantes las incorporan ya que son ideales para los que desean beber un buen vino en su justa medida. Además, son una buena opción si hay varios en la mesa y no se ponen de acuerdo en qué vinos pedir y a su vez fomentan el beber con moderación.

Finalmente, a degustar el vino.

Una vez que hemos elegido nuestro vino, el sommelier o camarero nos traerá la botella. En la mayoría de los restaurantes, degustará el vino que ha elegido antes de servirlo. Es entonces cuando debemos comprobar una serie de puntos para asegurarnos de que el vino se encuentra en buen estado. Ni más ni menos.

Tené en cuenta que, a menos que hayas comprado solamente una copa de vino, la botella debe ser abierta en la mesa y delante del cliente.

El sommelier nos presentará la botella. Debemos comprobar la etiqueta para confirmar que se trata del vino que hemos pedido y que la añada es la misma que aparece en la carta. En el caso de que se trate de vinos jóvenes, comprobemos que la añada sea actual. En función de la época del año en la que estemos, esta deberá ser la del mismo año o, a lo sumo, del año anterior. Así evitaremos que el vino haya estado almacenado un tiempo excesivo perdiendo parte de su calidad.

Si damos nuestro visto bueno, el sommelier o el camarero abrirá la botella delante de los comensales y nos servirá una pequeña cantidad de vino. En ese momento debemos oler el vino para comprobar que los aromas son adecuados y no hay defectos en el vino.

Puede que el sommelier te presente el corcho para que compruebes dos cosas: por un lado, que no haya filtraciones en el corcho, es decir, que la parte de arriba del corcho (la que no tiene contacto con el líquido) no esté manchada con vino. De lo contrario, podría darse el caso de que el corcho no hubiese preservado adecuadamente el contenido de la botella, con lo cual el vino puede estar en mal estado. Por otro lado, hay que oler el corcho. Si huele a vino, no hay ningún problema pero si huele a moho, es muy posible que el vino esté defectuoso. Si el sommelier rompe el corcho al abrir el vino, podés pedir que cambie la botella.

Probá el vino, tomate tu tiempo (claro está, sin exagerar). Cuando un cliente prueba el vino no pretende comprobar si el vino le gusta o no, sino verificar que el vino no tenga defectos.

Tal vez te interese leer la siguiente entrada: ¿Qué hacés si creés que tu vino está en mal estado?

Asegúrate de que la temperatura del vino es adecuada: si lo querés más frío, no dudes en pedir una frappera con hielo para enfriarlo, incluso si se trata de un tinto.

Un vino blanco o rosado debe servirse entre 8 y 10 °,en general, y un vino tinto entre 15 y 18 °. Si un vino blanco o rosado es demasiado frío, no expresa sus aromas y si un vino tinto está demasiado caliente, a menudo pierde su equilibrio porque el alcohol es demasiado prominente. La temperatura de servicio es, por tanto, un elemento esencial a tener en cuenta.

Echá un vistazo a los consejos de cata que te damos en la Guía GRATUITA de Iniciación a la cata de vinos y sabrás apreciarlo mejor. No tengas miedo a expresar tu opinión.

Observá tu copa, sentí el vino, hacelo girar, olelo nuevamente y saborealo. Comprobá que está en buenas condiciones y que no presente sabores desagradables. Si el vino está en condiciones satisfactorias, indicale que puede servir el vino.

¿Qué hacés si creés que el vino tiene un defecto?

Si sentís que hay «algo raro» en el vino te recomiendo que, pasada la primera impresión, vuelvas a probar el vino para confirmar. Repetí las olfaciones, volvé a sentir su gusto. Si volvés a sentir lo mismo, con tranquilidad, comunicale al sommelier o al camarero lo que sentiste.

Es importante que describas lo que creés que esta mal, no te quedes con el simple «no me gusta». Intentá describir que es eso «raro» que percibís en el vino. Puede que huele a moho, a vinagre, a quitaesmalte o a huevo podrido. Tal vez su gusto es demasiado ácido.

Si querés saber un poco más sobre como hacer la descripción de defectos del vino podés seguir la siguiente entrada: Defectos en el vino.

El hecho de que digas lo que sentís no te hace un pretencioso que quiere quedar como entendido. Sos simplemente un comensal que considera que su botella de vino tiene un defecto. No te quedes con la sensación de que has pagado por beber un defecto, si la botella está mal pedí de forma respetuosa que la cambien.

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